jueves, 19 de julio de 2012

- breve ensayo sobre la amistad -


A todo aquel que haya sido, sea o vaya a ser mi amigo

Dentro de la multiplicidad de roles que se pueden cumplir a lo largo de una vida están que se caracterizan por la inevitabilidad de lo azaroso y determinante, y tenemos aquellos fundados en la elección, decisión y en las ganas de que sucedan y se realicen. Dentro de estos últimos, junto a la pareja amorosa, está la amistad como aquella relación singular que cualquier ser humano con suerte tiene la posibilidad de experimentar.

Están quienes dicen que los amigos son la familia que uno elige: condensa lo inevitable de la filogénesis y la libertad de la elección. Deleuzze y Guatari dicen, a propósito del amigo, que es "una presencia intrínseca al pensamiento, una condición de posibilidad del pensamiento mismo" (Deleuzze y Guatari, 1993). Es que los amigos nos determinan con sus presencias. Es un lazo que se forja a lo largo del tiempo basado en ese preciado valor llamado confianza. Una amistad se alimenta solo de momentos y complicidades que sólo la particularidad de cada vínculo moldeará a su forma. Los amigos son personas capaces de rescatarnos del peso de la rigidez y de lo determinante que el ser miembro de un linaje familiar implica y se convierten en aquellos compañeros con quienes cierta cuota del respeto violado por el lazo fraterno será resarcido y será la base de la posibilidad del vínculo, va a primar por sobre todas las cosas. Son los confidentes con derecho a veredicto ya que reúnen lo mejor que pueda tener un juez imparcial: amor y distancia. La única condición para que este amor viva es la correspondencia y la lealtad. A diferencia de los amores familiares, el amor a un amigo no ata, no pesa ni mortifica. Es un amor que hace todo más fácil y más lindo.

No obstante, no hay relación humana que no esté sujeta a los vericuetos del azar. Esta será quizá la única certeza con la que contemos. La determinación se hace patente cuando el diablo mete la cola. Cuando algo del contrato se quiebra emergen los más dolorosos sentimientos. Las traiciones, las decepciones son también parte de la vida y las amistades por supuesto no están exentas de ellas. Cuando el tiempo haga lo suyo y todo se clarifique, se dará paso a la reflexión, aquel campo donde lo que vale es la libertad de conciencia, que invita a concluir y ayudará a seguir eligiendo.

Dijimos que la determinación se hace presente cuando el diablo mete la cola, y en algunos casos las reflexiones pueden ser obsoletas, la conclusiones son imposibles de abordar y el dolor se hace eterno. Ahí cuando entendemos con un poco más de crudeza que los amigos son personas y, como tales, no están libres de los sinsentidos del destino.

Dentro de esta cosa absurda llamada vida, la amistad pareciera ser un milagro: cala hondo con un amor puro, rescatando lo más infantil y adolescente que hay en nosotros; hace todo un poco más liviano, gracioso y divertido. Cada amigo es único, irrepetible e inolvidable; son seres imprescindibles; la vida sin ellos sería difícil de ser pensada. ¿Qué es la amistad, si no un milagro?

Summer Finn

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